La-33 comenzó como el sueño de unos amigos que querían hacer música: en pleno 2001, se reunían a ensayar en la casa materna de los hermanos Mejía, una adusta construcción del barrio Teusaquillo de Bogotá en la calle 33. Curiosamente, quienes acudieron al llamado no eran intérpretes de salsa, sus influencias eran ritmos más urbanos como rock, ska, jazz y reggae, esta mezcla de sonidos ha sido desde entonces la esencia misma de la banda inspirada en el formato neoyorquino de los años 70, con sonidos rudos y sucios de la urbe que se mezclan con ritmos caribeños, conservando una formación clásica de percusión.


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